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¿Razón o Instinto?

Aunque en ocasiones nos pueda parecer que la encrucijada que se nos plantea ante la toma de una decisión importante es una auténtica “tortura mental”, debemos ser conscientes de que la capacidad de decidir es uno de los regalos más importantes que nos ha brindado la naturaleza humana. La capacidad de decisión nos brinda la oportunidad de ser auténticamente libres. Con independencia de lo compleja que pueda ser una situación, siempre podemos hacer algo para modificarla, aunque sea un cambio de actitud ante la misma.

razón o instinto
¿Razón o corazón?

Pero, ¿cómo elegimos?, ¿nos pesa más la razón o el corazón y la intuición?. El proceso de toma de decisiones ha sido desde hace algunos años uno de los campos de estudio de la psicología. Destacamos el estudio que ha realizado el departamento de Psicologia de la Universidad DePaul de Chicago, liderado por el profesor Joseph Mikels. El objetivo del experimento fue determinar la diferencia entre los resultados obtenidos cuando se decide desde la razón y cuando se decide desde la intuición. Para ello, el equipo del profesor Mikels reunió a 150 participantes, divididos en dos grupos. Al primer grupo se le pidió que tomase diversas decisiones (elegir un coche nuevo, un apartamento para vivir, un destino de vacaciones, etc.) en base a una pequeña descripción de cada una de ellas. Tras exponer las distintas opciones, se dejaban unos minutos a los participantes del primer grupo para que analizaran los detalles y valorasen conscientemente su elección a partir de la lógica y la razón. Por el contrario, el segundo grupo tenía que elegir entre las mismas opciones, si bien y al objeto de impedir que pudieran usar el raciocinio, los investigadores interrumpían constantemente a los participantes con distintos estímulos, obligándoles a centrar la atención en diversos asuntos. En un determinado momento y para lograr que la elección se tomase desde la emoción y la intuición, interrumpían la acción de golpe y pedían que tomasen en ese momento la decisión.  Una vez adoptada la decisión, se les proporcionaban más detalles sobre las opciones que tenían y hacían un seguimiento del beneficio potencial generado por su decisión.

Con este experimento, los investigadores pudieron comprobar que las personas que tomaban decisiones basadas en el instinto obtenían, en general, resultados más satisfactorios que los que elegían partiendo de un análisis racional de la situación. De hecho, tan sólo un 26% de las personas que en el experimento optaron por el raciocinio en el proceso de decisión estaban satisfechas con su elección. En cambio, el porcentaje de decisiones ventajosas aumento a un 68% entre los que decidieron dejarse llevar por sus emociones y su instinto.

En general y ante la toma de una decisión importante tendemos a la racionalidad: analizamos e inventariamos todo el abanico de posibles situaciones y los pros y los contras de cada una de ellas, para que la decisión se acerque lo máximo  posible a la perfección. Eso es positivo, siempre y cuando seamos conscientes de que la perfección no existe y de que llega un punto en el que nada más podemos analizar ni controlar. En ese punto no nos queda más alternativa que confiar en nuestro instinto, en nosotros mismos y en la Vida, salvo que optemos por quedarnos atrapados en la zona de confort por miedo a dejarnos llevar y a experimentar lo desconocido.

Fuente del estudio: “Estils de Vida”, La Vanguardia. Nº 235, 31 de marzo de 2011.
Imagen: blogespejodelalma.blogspot.com

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