Posponer decisiones, tareas o metas es una conducta que la mayoría de las personas desarrolla en algún momento de su vida, bien sea porque siente que no es el momento preciso para efectuarlas o porque se angustia de tan sólo pensar en lo que tiene que hacer.
– Observarse. Tomar nota de los momentos y técnicas que se usan para posponer la tarea.
– Ordenarse. Organizar todo lo que va a requerir antes de realizar la tarea.
– Empezar a trabajar apenas se adquiere el compromiso, aunque sea por un momento relativamente corto.
– Distribuir el tiempo y actividades de manera realista.
– Dividir el trabajo en etapas.
– Hacer listas, recordatorios, carteleras y todo lo que resulte útil para no olvidar.
– Identificar los momentos del día en los que se es más productivo, y tratar de disponer esas horas para realizar las obligaciones.
– Medir el sentido particular del tiempo; es decir, comparar el tiempo estimado con el tiempo realmente gastado en llevar a cabo la tarea.
– Aprovechar el primer impulso, las ganas iniciales de hacer lo que se tiene pendiente.
– Si no se consigue la concentración, probar hacer una interrupción corta, como por ejemplo una pequeña siesta o un paseo relajante.
– Premiarse con actividades gratificantes, cada vez que se cumpla con lo planificado en el tiempo estipulado.
– No decirse frases negativas, al contrario, se deben hacer afirmaciones alentadoras.
– Actualizar continuamente las prioridades y no perderlas de vista en ningún momento.
– Si después de seguir estos consejos, continúa con la misma conducta, es conveniente pedir ayuda a un especialista.
Fuente: «Lo haré mañana» en Psicología, Vivir Mejor. Estampas.