Suele pensarse que dormir es una pérdida de tiempo, que limita nuestra capacidad de disfrutar al máximo del día y de la vida. Sin embargo, la ciencia ha demostrado que dormir es tan importante como comer: sin dormir nuestro organismo resistiría poco tiempo y dormir poco o mal afecta a nuestro estado de salud, nuestras emociones y nuestra manera de relacionarnos. Un buen sueño y un óptimo descanso es un indicador de que nuestro organismo funciona.
Pero, ¿prestamos suficiente atención a la salud de nuestro sueño?.
Funciones del sueño
Descansar bien es una cura intensiva para el organismo, física, psíquica y emocionalmente. Todos en alguna ocasión hemos experimentado los “efectos colaterales” de no dormir una noche o de no descansar lo suficiente. Por el contrario, cuando hemos tenido un buen descanso estamos de buen humor, con ánimo y energía, con mejor aspecto y con la mente fresca y lúcida para adquirir, retener y utilizar la información que recibimos cada segundo.
El sueño es la herramienta que la evolución ha puesto a nuestro alcance para aprender. En el proceso de aprendizaje, el cerebro escanea de forma continua el ambiente en busca de información provechosa que acumula para después recuperarla cuando sea necesario. Y es mientras dormimos que esa captación de información se detiene para permitir que el cerebro procese todos los datos que ha captado durante el día, rechazando la información inútil y reforzando y clasificando la que pueda resultar útil el día siguiente, creando así los “recuerdos”.
Consecuencias del “mal dormir”
Dormir poco o mal de forma prolongada en el tiempo afecta profundamente a la salud de nuestro organismo. El “mal dormir” afecta al sistema nervioso y al sistema inmune y está relacionado con algunas enfermedades como la diabetes, la obesidad (se incrementa la hormona que estimula el apetito) y los problemas cardiovasculares. Además, un mal descanso impide al cuerpo realizar la tarea de “limpieza”, ya que es durante el sueño cuando el cerebro se encarga de deshacerse de los deshechos metabólicos producidos durante el día.
Trucos para lograr un buen descanso
Podemos poner en práctica algunos trucos para lograr un descanso profundo y reparador. Cenar ligero evitando el consumo de alcohol y con tiempo suficiente antes de acostarnos es un buen comienzo. Evitar actividades estimulantes del sistema nervioso como trabajar en el ordenador o hacer ejercicio poco antes de acostarse ayudará a que nuestro cuerpo entre en un estado de quietud que propicie la conciliación del sueño. Podemos tomar alguna infusión relajante como semilla de amapola, hierba luisa, melisa, valeriana o verbena. El uso habitual y prolongado de fármacos para el insomnio no es recomendable ya que pueden crear dependencia y efectos secundarios. Acostarse con la mente en calma y evocando pensamientos y sensaciones positivas y placenteras nos ayudará a conciliar el sueño. Y para el caso de que empecemos a dar vueltas y mirar el reloj, tenemos varias alternativas: levantarnos a beber agua para romper el estado de insomnio o realizar una relajación consciente de cada una de las partes de nuestro cuerpo. Esta relajación es muy útil porque focaliza la atención en el cuerpo y no en los pensamientos, que son los que precisamente impiden que entremos en el sueño. Relajando la mente entraremos poco a poco en un estado de sosiego y paz que nos abrirá las puertas del sueño profundo y reparador.
Fuente: “Estilos de Vida” Nº 219, diciembre 2011. La Vanguardia.
Imagen: saborysalud.com
Es curioso que dediquemos muchos artículos a los temas de dieta y ejercicio pero es poco frecuente leer nada sobre el sueño, siendo este clave para poder llevar una vida satisfactoria y cierto equilibrio. Felicidades por el artículo y los consejo.
Gracias Julio!. El bienestar personal se logra con una equilibrada combinación entre cuerpo, mente y espíritu, y el sueño es una pieza clave en este engranaje.
Un saludo