El progresivo abandono de los hábitos tradicionales de estilo de vida tiene consecuencias negativas también en el corazón.
Está demostrado que el desorden en horarios (principalmente en las comidas), los trastornos del sueño y el consumo excesivo de sal provocan una confusión en nuestros genes que deriva en un mal funcionamiento de los mismo y los hace más vulnerables a las enfermedades cardiovasculares.
El desajuste entre lo que hacemos y lo que nuestra biología está esperando en cada momento del día ocasiona un estrés metabólico que favorece la aparición de factores de riesgo para el corazón como la diabetes, la alteración de las grasas y la obesidad.
Fuente: Saber VIVIR #116, pág. 8.
Imagen: Edur8