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Valorar nuestras virtudes y defectos

Todos tenemos virtudes y defectos que nos diferencian de los demás y que, por tanto, nos aportan una identidad propia. Desde la terapia cognitivo-conductual se parte de la idea de que no hay virtudes mejores o peores, ni defectos más negativos que otros. Tener en cuenta esta idea es fundamental para aceptarse a uno mismo, porque la clave de la no aceptación está en la comparación con los demás.

Cuando algo nos sale mal o no sabemos hacerlo, es difícil no caer en la tentación de observar a otros que sí lo pueden realizar y, en cierto modo, sentirnos menos valiosos. El problema reside justo allí, en comparar nuestro punto débil con el punto fuerte del otro.

Para llegar a aceptarnos, primero debemos conocer todo lo que somos -tanto lo bueno como lo malo- sin juzgarnos. A continuación, debemos huir de las comparaciones, pues todos somos diferentes. Por último, una vez que conocemos -y valoramos- lo bueno de nosotros mismos, podemos potenciarlo centrándonos en aquellas actividades que sabemos que podemos realizar con mayor facilidad y crecer dentro de ese ámbito, mientras que aceptamos aquello que, en un momento dado, se nos puede escapar.

Centrarnos en nuestras mejores aptitudes nos ayudará a sacar todo nuestro potencial y ser más felices.

Fuente: Mente sana, Nro. 46, pág. 105. Dossier de la psicóloga María Jesús Adán, quien dirige el centro de orientación cognitivo-conductual Adán, en Madrid.

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