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Tu cuerpo agradece que disfrutes la comida

El estrés afecta los hábitos alimenticios normales de la gente, haciendo que se inclinen por refrigerios poco sanos con mucha grasa y azúcar, en lugar de opciones alimenticias más sanas. Además, las personas estresadas comen menos de lo habitual en sus comidas principales.
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Los expertos afirman que «aunque la solución consiste en resolver los problemas y conflictos psicológicos que están en la raíz de la ‘comida emocional'», se sugiere:

Mastique en vez de tragar. Al comer deprisa no se deja tiempo suficiente para que la sensación de saciedad llegue al estómago por lo que se tiende a ingerir grandes cantidades de comida, y el proceso de digestión se ve dificultado. Mastique e insalive muy bien los alimentos que se lleva a la boca en vez de tragarlos.

Frénese un poquito. Comer en 5 minutos o devorar los platos sin saber siquiera qué se ha comido, además de privarle del placer de paladear los alimentos, conduce a largo plazo a sufrir trastornos digestivos y a ingerir más comida que lo deseable.

Cultive la serenidad. Lo ideal es comer en un ambiente tranquilo, relajado, sin tensiones y con el tiempo suficiente; las famosas “comidas de trabajo” rara vez proporcionan una buena digestión, sino un montón de gases y cierto ardor. El tiempo que se “desperdicia” en comer con tranquilidad, más adelante se gana en salud y bienestar.

La regularidad es saludable. El orden es una de las cualidades que más agradece el organismo: se recomienda que las comidas se hagan a la misma hora y que, de ser posible, la cena no se tome demasiado tarde. Los horarios regulares favorecen entre otras cosas, un comportamiento alimentario adecuado y una buena digestión.

Fuente: salud.latino.msn.com

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