La protección más adecuada para tomar el sol

«Cada vez sabemos más sobre los efectos del sol y nos protegemos mejor. Pero todavía es poco. El 84% de los europeos son conscientes de los riesgos provocados por una exposición solar prolongada, pero, pese a ello, muchos continúan haciéndolo sin tomar la debida precaución». Ésta es una de las principales conclusiones extraídas del estudio «Los comportamientos de los europeos en materia solar», fruto de la colaboración de la marca Garnier Delial y la Asociación de Ligas Europeas contra el Cáncer.

La protección más adecuada

De acuerdo al artículo «Saber tomar el sol», escrito por Rosa Girona, del suplemento Salud & Vida Nro. 118 de La Vanguardia, la mejor manera para cuidarse del sol es aumentar la fotoprotección, reducir la exposición a los rayos solares y hacerse regularmente auto-exámenes de la piel. De acuerdo a los expertos en protección solar de Laboratorios Pierre Fabre, esas serían las tres claves para prevenir los daños ocasionados por la radiación del sol. Estos mismos expertos nos ayudan a recordar las normas básicas para saber tomar el sol de manera responsable.

Usa protector solar si paseas, montas en bici o pasas horas al aire libre cuidando el jardín

• Hay que aplicar el protector solar antes de salir de casa y renovar frecuentemente su aplicación, sobre todo después de cada baño.
• No hay que pasarse. Lo adecuado es exponerse progresivamente al sol y, usando el sentido común, evitarlo entre las 12 y las 16 horas.
• No exponer al sol a los niños menores de 3 años y protegerles siempre con un fotoprotector de muy alta protección con la finalidad de preservar el mayor tiempo posible su capital solar. Y es que nuestra piel conserva la memoria de todas las radiaciones recibidas durante la infancia. Cuanto más importante ha sido la dosis de radiación recibida, mayor es el riesgo de aparición de cánceres durante la edad adulta.
• No usar lámparas de rayos UVA, ya que contribuyen a la aparición de cánceres cutáneos y aceleran el envejecimiento de la piel.
• A los niños hay que protegerles con una camiseta seca y opaca: mojada deja pasar los rayos UV.
• Es importante ponerse gorra y gafas de sol con cristales homologados capaces de filtrar los rayos UVA y UVB.
• Hay que protegerse bien en lugares más elevados de lo habitual y en los que presentan superficies reflectoras como la nieve, la arena, la hierba o el agua. El viento fresco puede evitar que nos percatemos de que nos estamos quemando.
• Hay que secarse perfectamente después de cada baño. El «efecto lupa» de las gotas de agua favorece las quemaduras y disminuye la efectividad de los protectores solares aunque éstos sean resistentes al agua.
• Es básico beber agua en abundancia y frecuentemente. El sol deshidrata nuestro organismo.
• Debemos vigilar con más atención a las personas mayores, cuya sensación de sed está atenuada y a los niños, cuya necesidad de agua es importante pero cuyos centros de termorregulación son todavía inmaduros.
• Si se advierte que una peca o lunar cambia de forma, tamaño o color hay que consultar inmediatamente con el dermatólogo.