Los radicales libres actúan principalmente en las siguientes zonas de nuestro cuerpo:
– Ojos: dañan las proteínas del cristalino y favorecen la aparición de cataratas.
– Células: alteran el ADN de muchas células y pueden tener importante papel a la hora de desencadenar un cáncer.
– Piel: contribuyen al proceso de envejecimiento y favorecen la aparición de arrugas en la piel.
– Corazón: intervienen en el metabolismo del colesterol y favorecen la oxidación del LDL o colesterol malo (lipoproteínas de baja densidad). Este proceso provoca la creación de las placas de ateroma coronario.
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