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Dependencia Emocional

Es en las relaciones de pareja donde mostramos nuestras cartas y ponemos en evidencia nuestros mecanismos emocionales de funcionamiento que repetimos de forma automática como si fuéramos robots. Los celos, el orgullo, el sentimiento de posesión o el miedo a la pérdida son algunos de esos patrones internos que se repiten en nuestra vida de pareja, pero también en nuestra vida en general. Proyectar en la pareja la ilusión que uno tiene para su propia vida es el precursor de la ruptura, ya que, en muchas ocasiones, con la convivencia llega la desilusión. Se comprueba que la persona que tenemos delante era sólo una representación de lo que nosotros imaginamos o deseamos y se cae en la cuenta de que la relación es una ilusión. En este artículo nos centraremos en la dependencia emocional, considerada por los expertos el eje sobre el que se estructuran las relaciones.

dependencia emocional
La dependencia esclaviza las relaciones

En opinión de Mary Elisabeth Marlow, autora entre otros muchos libros de “El despertar de la mujer consciente” (Gaia Ediciones) la dependencia emocional se produce cuando uno de los miembros de la pareja, o los dos, espera que el otro satisfaga las necesidades que aún no ha podido resolver dentro de sí mismo. Para Marlow existen cuatro modelos de dependencia que se dan tanto en hombres como en mujeres, pudiendo coexistir, entremezclarse o saltar de uno a otro según el momento vital en el que se encuentre la persona.

–          Dependencia mental: se depende de los demás para que tomen decisiones por nosotros al considerar que cualquier otra persona tiene una capacidad de elección superior a la propia. El resultado: se delegan en la pareja todas las relaciones relativas a la familia, al estilo de vida, al dinero, etc. La persona dependiente poco a poco va alimentando su inseguridad y, a la vez, va presionando y “cargando” de responsabilidad al otro miembro de la pareja.

–          Dependencia emocional: se espera que los demás se responsabilicen de las necesidades emocionales propias, incluyendo tanto la estabilidad como la agitación emocional. Se busca consuelo permanente en el otro, llamando incluso su atención mediante la manipulación o el engaño. El otro se siente «ahogado» al comprobar que el estado anímico de su pareja depende casi completamente de sus reacciones y comportamientos.

–          Dependencia material: la persona cree que no puede hacerse cargo de su propia vida a nivel material sin la presencia del otro. Se siente atrapada en una relación por pura necesidad material, identificando el “ser” con el tener y mantener un cierto estilo de vida, aunque al mismo tiempo puede sentirse resentida consigo misma por depender de su pareja.

–          Dependencia espiritual: la persona espera que los demás la inspiren o la iluminen, dando por sentado que cualquier otra persona está mucho más cerca del bienestar espiritual que ella misma.

Descubrir el patrón emocional con el que nos movemos en la vida no es tarea fácil. Requiere un esfuerzo de introspección y humildad para descubrir cómo somos realmente. Sólo siendo conscientes de ello podremos madurar y crecer como personas libres para, así, poder vivir y establecer una relación de pareja sana, sin desigualdades, sin apegos y sin exigencias emocionales para con el otro.

Fuentes:
– Estilos de vida nº 231 3 marzo 201.
– “Te amo… pero soy feliz sin ti”. Como vivir libremente, sin apegos y sin miedos. Jaime Jaramillo. Ediciones Zenith 2011.
Imagen: over-blog.com

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