Cómo afrontar el dolor de cabeza o cefalea

Las cefaleas han acompañado siempre al ser humano y no son graves, pero sí molestas y, a veces, bastante incapacitantes. Modificando tus hábitos podrás reducir su frecuencia e intensidad.

Podríamos decir que el dolor de cabeza es el más común de los dolores físicos. No hay ninguna persona que no lo sufra en algún momento de su vida, aunque hay varios tipos de dolor de cabeza, o cefalea, y también diferentes intensidades, que hacen que este problema se pueda sobrellevar más o menos bien en el día a día o que, por el contrario, complique realmente la vida cotidiana del paciente.

Al tratarse de una dolencia tan común, funcionar por crisis que en un momento dado remiten y no provocar la muerte de quien la sufre, nunca se le ha dado mucha importancia. La Asociación Española de Pacientes con Cefalea (AEPAC) denuncia la incomprensión que sufren los afectados por dolores de cabeza recurrentes o por migrañas u jaquecas, que son muy invalidantes no sólo a nivel social y familiar, sino también a nivel institucional y sanitario.

Cada año se pierden en España 20 millones de jornadas laborales debido al dolor de cabeza y uno de cada 20 adultos lo sufre frecuentemente. Esta entidad ha llevado a cabo una campaña de concienciación de la población y de los propios médicos para ayudar a que las vidas de los pacientes mejoren y que los diagnósticos y tratamientos se realicen con eficacia.

El cerebro no duele

En algunos casos se sabe que las cefaleas aparecen tras estar sometidos a una gran tensión, realizar un esfuerzo mental durante muchas horas o soportar un ambiente muy ruidoso (cefalea tensional) y en otros, debido a resfriados o gripes (cefalea sinusal). En el resto de los casos no se conocen las causas, pero se clasifican en base al tipo de dolor y a su frecuencia (migrañas y cefaleas en racimo). El dolor no se debe a algo relacionado con el cerebro, sino a la inflamación de los músculos del cuello y de la cabeza y a la dilatación de sus vasos sanguíneos. Generalmente la crisis suele irse tal como llegó, aunque en algunos casos persiste durante días y semanas. No suele revestir mayor gravedad, aunque limiten al paciente, pero debe ser el médico quien descarte otras dolencias con su diagnóstico.

Se ignoran sus causas

Aunque lo negativo de esta dolencia es que no se conoce todavía su origen o causas, por lo que no pueden erradicarse o frenarse antes de que aparezca, es bueno saber que si se puede lograr que las crisis sean menos intensas y duraderas y también que la frecuencia de las mismas disminuya.

En los casos más rebeldes, los médicos suelen prescribir analgésicos u otros fármacos, pero siempre advierten de que el enfermo no debe automedicarse, puesto que, de hacerlo durante largo tiempo, aparecen las llamadas cefaleas de rebote y se entra en un indeseable círculo vicioso.

No te pierdas el próximo artículo: Cómo prevenir las crisis de dolor de cabeza.

Fuente: Salud & Vida, Nro. 98