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Candidiasis: Causas y Remedios

La candidiasis es una infección causada por la proliferación de una levadura que está presente de forma equilibrada en nuestro organismo desde poco después del nacimiento, habitando en armonía en la piel, el aparato digestivo y el sistema genitourinario. Las levaduras poseen importantes funciones en nuestro organismo: absorben metales pesados presentes en la alimentación, el agua o el aire, degradan restos de hidratos de carbono y mantienen un equilibrio intestinal adecuado.

Pan casero
Pan casero con 2,5 cucharadas de levadura (flickr.com/photos/remus/3345036606)

Algunos de los síntomas que provoca este tipo de infección son fatiga, malestar general, dolores de cabeza, dolor en articulaciones y músculos, ardor de estómago, diarreas o estreñimiento, deseo de comer carbohidratos (dulces, pan, pasta…), insomnio, alergias o picor y escozor en la zona genital.

Causas y consecuencias de la candidiasis

Algunos de los factores que provocan el incremento de la población de esta levadura y, en consecuencia, la infección son: exceso de cloro y flúor en el agua del grifo, exceso de azúcares refinados en la dieta, uso de antibióticos o cortisona (son medicamentos que destruyen la flora intestinal y, de forma indirecta, facilitan la proliferación desequilibrada de las cándidas). El embarazo (por el aumento de estrógenos) y el exceso de estrés (que genera cortisol y debilita el sistema inmune) también pueden ser causa de la aparición de esta infección.

Una de las consecuencias más relevantes de la candidiasis intestinal es la permeabilidad que provoca en el sistema digestivo: la presencia de cándidas en los intestinos facilita la introducción de sustancias (toxinas, proteínas mal digeridas) que pueden actuar alterando el sistema inmune. Además, las cándidas convierten el azúcar en alcohol, generando para ello un metabolito tóxico llamado acetaldehido, motivo por el cual pueden llegar a intoxicar al propio organismo.

Remedios útiles para su tratamiento

Una vez diagnosticada una candidiasis intestinal por parte de un profesional y junto a otras medidas terapéuticas, es muy importante y de gran ayuda eliminar temporalmente de la dieta ciertos alimentos que sirven de base para el crecimiento de las cándidas: productos y alimentos ricos en azúcares (azúcar, sacarina, miel, dextrosa, siropes, latas de tomate, cereales, bollería, postres, helados…), fruta, productos lácteos, alcohol, patatas, champiñones, setas, calabaza, boniatos, cacahuetes y pistachos.

Junto a la restricción en la dieta son también de gran ayuda los productos antifúngicos como el extracto de semilla de pomelo, el aceite de orégano, el ajo, el Pau d’Arco, el sello de oro o el ácido caprílico o undecilénico, ente otros. Es importante que su uso esté supervisado siempre por un profesional de la salud, ya que debido a la formación de toxinas, los síntomas pueden llegar a empeorar si la cándida es destruida rápidamente.

Fuente: “Emana”. Manantial de Salud. Otoño 2011

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