El aceite de oliva es considerado actualmente uno de los alimentos más sanos que existen y todos los expertos coinciden en que debe ser la principal fuente de grasa dentro de una dieta saludable.
Protector del corazón y enfermedades cardiovasculares. El aceite de oliva es una extraordinaria fuente de ácidos grasos monoinsaturados, especialmente de ácido oléico, y por eso es un potente protector frente a las enfermedades cardiovasculares al aumentar los niveles de HDL en sangre (el conocido «colesterol bueno»). Además y según se afirma en un reciente artículo publicado en la revista BioMed Central Genomics, tomar aceite de oliva puede frenar el proceso inflamatorio de las arterias gracias a la capacidad antioxidante de sus compuestos fenólicos.
Anticancerígeno. Junto al incuestionable factor protector de nuestro corazón y sistema circulatorio, en las últimas décadas se han publicado numerosos estudios que confirman, además, que el aceite de oliva protege a nuestro organismo frente a varios tipos de cáncer, como el de colón o el de mama. Son los polifenoles los que presentan un mayor poder protector, pero para ello es indispensable que el aceite de oliva sea virgen extra, ya que si está refinado pierde parte de los polifenoles.
Rico en vitaminas. El aceite de oliva es muy rico en vitamina A (que contribuye a fortalecer el sistema inmunológico), vitamina D (que mejora la absorción del calcio y nos protege los huesos de la osteoporosis) y en vitamina E (potente antioxidante que tiene, entre otras funciones, la de evitar la oxidación de las células, uno de los factores que intervienen en la aparición del cáncer y del envejecimiento prematuro de la piel). No obstante, no hay que olvidar que al ser grasa pura, el aceite de oliva aporta 9 kilocalorías por gramo, por eso conviene no superar las 5 cucharadas soperas al día (30-50 gramos diarios).
En ensaladas, verdura, tomate o incluso sólo con pan. Los países mediterráneos son los que mayor tradición tienen sobre el uso y consumo del aceite de oliva, incluso para freír. De hecho, es el más recomendable ya que resiste mejor que otros (girasol, maíz) las altas temperaturas sin descomponerse ni segregar sustancias dañinas al calentarse en exceso, si bien es importante recordar que no conviene mezclarlo con otros aceites ni reutilizarlo más de 2 o 3 veces.
Fuente: «100 alimentos que mejoran tu salud», RBA 2010.
Imagen: hostaleria.net