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¿La buena o mala memoria se hereda?

Nadie tiene una buena o mala memoria de nacimiento. Podemos nacer con una predisposición o facilidad para manejar las imágenes, utilizar el lenguaje, prestar atención… Todo ello contribuye a tener una buena memoria. Sin embargo, el papel de aprendizaje y los hábitos que vamos adquiriendo es determinante.

En la infancia, tanto en la familia como en la escuela, aprendemos a emplear las estrategias y procesos de memoria (repetimos los movimientos y las palabras, asociamos los olores con la comida, organizamos los juguetes por categorías, relacionamos los colores…). Lo primero que aprendemos es a repetir, más adelante a asociar y organizar las palabras, con el tiempo aprendemos a utilizar las ayudas externas (agendas, calendarios…).

La vida diaria nos obliga a utilizar la memoria y vamos desarrollando hábitos para resolver los problemas de memoria. Entendemos, por lo tanto, que la memoria es una capacidad que se va ampliando con la edad y el uso que hagamos de ella. Todo lo que se ejercita, se mantiene y mejora; lo que no se ejercita, se pierde.

Fuente: Gimnasia para la memoria por Pedro Montejo y Mercedes Montenegro.

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